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13 de dezembro de 2016

Lecturas de 2016

Siempre me ha gustado hacer listas. Listas de Navidad. Listas de música para una hipotética noche de karaoke. Listas de los chicos más guapos con los que me quería enrollar en el instituto…

Bueno, y ahora, la lista de mis cinco lecturas preferidas de 2016, debidamente justificadas:




Orlando, El ábol, El filósofo y el lobo.

1) El árbol, de John Fowles.

Publicada en 1979, El árbol del novelista John Fowles, es un breve ensayo parcialmente autobiográfico sobre la relación entre naturaleza y creatividad.
Esta ha sido una lectura muy especial para mi: siendo hija única, educada entre el campo salvaje y el humilde jardín de mi abuela, la naturaleza ha estado bastante presente en mi infancia. De hecho, ha sido mi mejor (y única) amiga durante largos años.
Leer El árbol me hizo reconectar con mis raíces y comprender la influencia del mundo natural en mi proceso creativo. 
Al compartir la visión simbólica, casi religiosa, que el autor tiene de los bosques y de los árboles, me emocioné al leer, de forma tan clara y humilde, aquello que siempre supe: que debemos permitir que nuestro instinto nos guíe con libertad, tanto en la vida como en el arte. Lo recomiendo muchísimo.


2) El Filósofo y el Lobo, de Mark Rowlands

En la uni, me acuerdo de una clase de psicología en la que la profe nos preguntó cuán felices nos considerábamos, en una escala del 0 al 10. Claro que “cuantificar” la felicidad es ya un problema de por sí, pero lo extraordinario fue que nadie – NADIE – dijo un número superior a 7. ¿Qué pasa?
Seremos todos tan mediocremente alegres o ¿será que fuimos educados – quizás diseñados – para concebir el júbilo pleno como algo difícil y complejo, casi inalcanzable?
El Filósofo y el Lobo me hizo (entre muchas otras cosas) replantearme el tema de la felicidad y de su supuesta naturaleza intrincada: ¿será la felicidad de por sí inusual, o será que fuimos nosotros, símios calculadores, que le concedimos dicha cualidad?
La experiencia humana, en sí tan verosímil, se convierte entonces en el objeto de Rowlands que, al observar su fiel amigo peludo, comprende que “lo más importante en tu vida es la persona que eres cuando tu suerte se acaba”.
Si quieres una pequeña y rápida terapia, capaz de reavivar el espíritu lupino que guardas en algún espacio recóndito del alma, entonces este tu tu libro, ¡y Brenin (el lobo) tu guia!


3) Orlando, de Virginia Woolf
La playa, para mi, apenas se hace soportable si tengo un buen libro para entretenerme. (Deprimente, lo sé)
Este Verano en Portugal, mi compañía ha sido Woolf y su andrógino Orlando.
En esta sátira del género biográfico (de hecho, el subtítulo de la obra en el original era, justamente, "a biography"), en la que un joven aristócrata se transforma en mujer, la carga simbólica es tan evidente que, aunque se trate de fantasía, nos hace plantear alegatos poéticos sobre la vida, la muerte, la identidad y el género.
Obra rompedora del feminismo, Orlando representa (más allá de Vita Sackville-West) una perspicaz crítica al rol de género que no resulta para nada pesada o inaccesible, ya que juega con un interesante recurso que la autora maneja de forma excepcional: el humor.
Una obra curiosa, que nos habla de la inmutabilidad del alma al desnudar los prejuicios de la condición humana - imperdible, en mi humilde opinión.


4) Crónicas de Islandia, de John Carlin

Me enamoré de este libro en la bellísima Biblioteca de Babel (Mallorca), y lo acabé comprando en Barcelona, después de haberme arrepentido de dejarlo en la isla.
Quien me conoce sabe que estoy loca por Islandia y que llevo años soñando con pisar su suelo mágico… así que esta era, sin duda, una lectura obligatoria para alimentar mi obsesión.
Las Crónicas de Islandia, el mejor país del mundo, nos llega de las manos de Carlin, un periodista, escritor y guionista londinense con un historial de viajes envidiable.
El autor, que viajó por primera vez a Reikiavik en 2006 (y acabó por quedarse una década), va lanzado datos espectaculares en cada una de sus páginas: educación, sanidad, invención de la novela, los índices de lectura, en fin…todo lo que hace que Islandia sea aquel destino incorruptible que todos los políticos del mundo deberían visitar.
La madre de Eidur Gudjohsen (el fichaje islandés del Barça) advierte al autor recién llegado: “Islandia es un país único y asombroso. Ya verá”. Y él lo ha visto. Y lo ha redactado brillantemente. Espero que muy pronto me toque a mi.
Para los que no se sienten especialmente atraídos por el reino del hielo, no hay porque no leer este libro: lleva media tarde de sofá. Y seguramente acabarás buscando chollos a Reikiavik en Skyscanner (que no los hay, aviso).


5) Retratos, de Truman Capote

Retratos fue una bonita sorpresa que encontré perdida por casa (y que probablemente pertence a Ernest…¿?)
No es para nada el libro más conocido del periodista estadunidense, pero me atrevo a decir que es tan entretenido como otro cualquiera (y en esta línea recomiendo Los Perros Ladran, el único volumen donde podemos encontrar confesiones personales del autor. Aunque haya retratado una infinidad de personajes durante su vida, el más interesante sigue siendo, curiosamente, él mismo).
Maestro de las formas breves y gran observador, Capote nos ofrece perspectivas únicas de grandes nombres como Marloon Brando, Marylin Monroe e Elizabeth Taylor. Sin embargo, hay que advertir que algunos de los relatos pueden hacer caer mitos: las verdades duelen, no lo olvidemos.
Retratos es la prueba de que la cotidianeidad y la intimidad son terrenos muy fértiles (y decirlo siempre me recuerda el libro “Mejor que ficción” de Jorge Carrión, que también aprovecho para recomendar), y que la indagación detectivesca (y consentida) de celebridades puede constituir un trozo de arte en sí misma, aunque dicha indagación ni tenga una finalidad.
Es una lectura perfecta para personas observadoras, que tienen especial placer en leer y interpretar las palabras y gestos de los demás, en su esencia más pura.


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